De no haber sabido sobre la reputación de mujeriego de Huo Yunting y de susvisitas frecuentesa Ciudad Dorada, él podría haber pensado que Huo era el hombre más ejemplar del mundo.
El goteo de la intravenosa de Lu Zhaoyang terminó a las dos de la madrugada, pero Huo Yunting no tenía sueño.
Había estado parado por un rato, así que tuvo que moverse un poco para poder aliviar sus músculos entumecidos.
Tomó un gran paso atrás y, accidentalmente, pisó una botella. Quitó su pie del objeto con lentitud.
Miró hacia abajo y vio la ropa desparramada por el suelo. Con una sonrisa, levantó todas las prendas y las volvió a colocar en su lugar.
El divorcio era inaceptable.
¡Dejarlo era completamente inaceptable!
Volvió al lado de la cama y le tocó la frente. Su temperatura había bajado, pero se seguía sintiendo caliente. La medicina ya había sido aplicada nuevamente en su labio inferior. Una costra se estaba formando sobre este.