—¡Oh, ya veo! —murmuró su tío para sí mismo.
Viendo el desorden en la habitación, normalmente, habría echado a todo el mundo sin importar quién hubiese empezado el disturbio.
Sin embargo, por el bien de su sobrino, decidió no hacer un escándalo.
—Chico, ya no eres joven. ¡Deja de pensar siempre en hacer el tonto! —lo reprendió.
Naturalmente, bajo su reproche, su sobrino sólo podía estar de acuerdo.
Se giró para irse con la escolta de unas cuantas personas.
Fue entonces cuando Du Jiayan le echó una mirada al hombre que había estado sentado durante todo ese tiempo. Como si estuviera poseído, dio un paso adelante y bloqueó el camino del hombre de mediana edad.
Wang Chuande estaba aturdido. Mirándolo de reojo, preguntó fríamente:
—¿Qué?