—¿Hice eso a propósito? ¿Qué fue lo que hice a propósito?
Él fingía inocencia. Sus labios se curvaron en una sonrisa maléfica, ya que sabía a lo que ella se refería; de hecho, encontraba que su cara atemorizada se veía bastante adorable.
Existían mujeres que aparte de tener facciones atractivas, tenían ojos encantadores y ella era una de esas. Incluso cuando estaba mirando, uno podría confundir su mirada con una petulante que era muy atractiva.
Sus ojos se nublaron gradualmente, como si ella le hubiese puesto un hechizo; su mano, sin quererlo, intentó tocar la cara de ella.
Ella, con frialdad, lo evitó y golpeó la mano que había estirado. Enojada, exclamó: —Deja de actuar. ¿Por qué manejaste tan rápido? ¿No sabes que es peligroso?
Frunció sus cejas en un falso arrepentimiento y respondió: —Tú me dijiste que fuera rápido. Maneje rápido porque tu estabas apurada.