—Adiós.
—Adiós.
Fue una despedida común. Sin embargo, cuando Lu Yihan se dio la vuelta, sus ojos estaban casi húmedos. El adiós no fue igual.
Ya sabes, todo es diferente.
De vuelta en el auto, Lu Yihan permaneció sentado en silencio durante un largo rato. Observando el auto de Su Qianci alejarse, miró fijo a lo lejos. Después de mucho tiempo, miró el volante. Este auto había estado con él por más de cuatro años. Aunque la compañía había tenido éxito y él tenía más activos, Lu Yihan nunca había tenido la idea de reemplazarlo.
Él era reacio. Solo quería protegerla con prudencia y no dejar que se lastimara. ¿Eso estaba realmente mal?
La palma de la mano acarició el volante frente a él, y los labios de Lu Yihan se curvaron en una sonrisa amarga.
—Es hora de decir adiós, viejo amigo.
Entonces Lu Yihan encendió su propio Renault rojo y avanzó lentamente.