Cuando Su Qianci se hubo refrescado, habían pasado veinte minutos. Como iban a la antigua casa y no se encontraba muy bien, eligió vestir algo casual que la hacía lucir joven y brillante.
A Nanny Rong le impresionó ver a Su Qianci así vestida y exclamó:
—Todo le queda bien, señora. ¿No cree, señor Li?
Sentado en el sofá, Li Sicheng giró la cabeza después de oír a Nanny Rong. También estaba algo impresionado por el aspecto fresco de Su Qianci. Sin embargo, miró hacia otro lado, dejó el periódico en la mesa del café y salió afuera.
Su Qianci estaba acostumbrada a esa actitud, así que le habló a Nanny Rong:
—Nanny Rong, puede irse a casa si ya ha terminado. No volveremos pronto.
—Sí, señora.
Nanny Rong observó con una sonrisa cómo se iba la pareja y fue arriba a ordenar la habitación de Su Qianci. En cuanto entró en la habitación, vio el ordenador portátil de Su Qianci junto a su almohada. Sacudiendo la cabeza, Nanny Rong murmuró: