Su Qianci lo miró como si fuera una muñeca sin vida.
Li Sicheng frunció el ceño y se preguntó si ella se había vuelto muda. Entonces, ella le tocó la cara. Su piel era suave y fría. Sus preciosos rasgos estaban justo frente a ella. Él era real y estaba tan cerca de ella...
No era un sueño. ¡Era el auténtico Li Sicheng! Pero, ¿no la odiaba? ¿Por qué...?
Su Qianci estaba aturdida y se tocaba la parte baja del estómago de forma inconsciente.
Observando ese movimiento, Li Sicheng hizo una mueca y expresó:
—¿Quién te lo ha contado? ¿No habían acordado no contártelo? ¡Bebe algo de agua!
Li Sicheng se sentó junto a ella, sin aceptar discusión alguna.
Su Qianci bebió algo de agua tibia, pero se sintió aún más impactada. Le dolía increíblemente el corazón. Le caían lágrimas sin parar.