Observando como bajabala cabeza, Mu Yuchen suspiró para sí mismo. No pudo evitar mover la mano para acariciar su cabeza, tirando suavemente de ella hacia su abrazo.
—¿Cuántos años tienes actualmente? Ni siquiera puedo decirte unascuantas palabras. Tienes que corregir ese temperamento—Su voz sonópor encima de ella.
Xi Xiaye respondió con voz ronca e indignada: —No estoy enojada contigo.
—Bien, no voy a discutir contigo. De todos modoste sientes a gusto, entonces ya está. Arréglate un pocoy termina de manejar tus asuntosrápidamente. Te llevaré a pasear un rato—dijo Mu Yuchen. Luego, no pudo evitar darle palmaditas en la cabeza antes de dejarla ir. Se dio la vuelta y caminó hacia los estantes para continuar arreglando los libros.