El silencio volvió a la habitación una vez más.
Xi Xiaye miró la puerta cerrada y su mente se volvió confusa. Sólo regresó a sus sentidos cuando Mu Yuchen desempacó la medicina y le entregó las pastillas.
—Se han ido. ¿Qué estás mirando? Enviarán el certificado de matrimonio mañana por la mañana. Toma éste medicamento. Te mejorarás pronto.
Su voz profunda se llenó de calidez. Xi Xiaye levantó la cabeza y lo miró fijamente de forma inexpresiva. Sus ojos negros la miraban con preocupación, y ella se detuvo un poco antes de tomar las pastillas.
—¿No vas a preguntarme qué pasó? —preguntó mirándolo a los ojos.
Mu Yuchen vaciló por un momento, luego se rió mientras le daba un vaso de agua.
—Un cuchillo atravesó tu hombro. ¿Quieres que te pregunte si fuiste valiente? ¿O si siento que eres poderosa?
Ella se paralizó cuando lo escuchó.
—¿Ya lo sabes todo?
Mu Yuchen no dijo nada. Lanzó sutilmente un trozo de papel al basurero.