Nadie le respondió, pero cuando intentó alejarse de nuevo, el grupo de hombres siguió bloqueando su camino.
Shi Yao frunció el ceño, pero aún así mantuvo su cortesía: —Estudiantes, ¿pueden dejarme pasar?
Alguien se mofó con desdén de sus palabras.
Shi Yao podía ver que era Qin Yiran, y el ceño fruncido de su frente se hizo más profundo. Con un grupo de hombres bloqueando su frente y sus costados, fue inevitable que se sintiera un poco irritada y asustada. Por ello, su voz también se volvió un poco hostil: —¿Pueden apartarse?
Pero aún así, nadie le respondió.
Sin embargo, el hombre musculoso y de piel oscura que estaba frente a Shi Yao empezó a dirigirse hacia ella.
Shi Yao se mordió los labios. En su visión periférica notó que otro hombre a su lado había empezado a acercarse a ella también. Inconscientemente dio un paso atrás, sólo para sentir que había una persona acercándose por detrás también.