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«¿Quién eres? ¿Quién habla?»
Los músculos de Klein se tensaron al punto de que casi abrió los ojos.
En ese momento, su espalda rezumaba de sudor que empapaba su camisa.
Lo que más le alarmó no fueron las palabras que escuchó, sino que sonaron directamente en su corazón y la voz se moduló para sonar exactamente como la suya.
«Aunque mantuve mi lucidez en ese sueño, ¿Mi Cuerpo Espiritual acabó contaminado por su psiquis a punto de perder el control? ¿O alguien está usando a ese Guardián para pasarme un mensaje?»
Incontables suposiciones pasaron por la mente de Klein. Finalmente, combinando el contenido de lo que escuchó con su propia situación, se le ocurrió una suposición preliminar.