—Muere.
Los ojos del Dios de los Siete Planetas brillaron con una luz fría mientras empujaba la lanza larga en sus manos hacia adelante. ¡Swooosh! La lanza golpeó como un rayo y, alrededor de ella, giró un patrón de distorsiones espaciales, con la punta de la lanza brillando con una luz. Nadie dudaría de cuán asombroso era el poder de esta lanza. El Dios de Tres Ojos acababa de ser enviado a volar, pero no tenía tiempo para sentir rabia o vergüenza. Inmediatamente saltó hacia atrás, haciendo que el espacio a su alrededor se difuminara, ya que utilizaba una técnica evasiva. Sus movimientos fueron muy ordenados y ondeó a los dos martillos de guerra para atacar a la lanza.
—Tercer hermano, Nieverroja no es tan especial. Hay siete de ellos, pero solo tres de nosotros; tiene sentido que su Dios de los Siete Planetas sea un poco más poderoso que nuestro Dios de Tres Ojos.