—Chico, ¿acaso no has oído lo que ha dicho el Vicemaestro del Gremio? Si no puedes probarnos tu identidad de Alquimista de Grado Nueve, el Gremio de Alquimistas te retirará el escudo de los Alquimistas —espetó Xiao He, contemplando a Duan Ling Tian con una mirada llena de reprobación.
¡Qué absurdo! No iba a creer que este chiquillo fuese un Alquimista de Grado Nueve, sin importar lo que sucediera.
Una a una, las miradas de los presentes se concentraron en Duan Ling Tan. Cada vez más gente estaba aguardando a que Duan Ling Tian quedara en ridículo. Éste contempló a la gente que lo rodeaba mientras preguntaba:
—¿Acaso ninguno de ustedes cree que soy un Alquimista de Grado Nueve?
Nadie contestó, pero sus miradas cuestionadoras lo explicaban todo.
—¿Te llamas Xiao He? —inquirió Duan Ling Tian, dirigiendo su mirada hacia Xiao He, y sus ojos brillaron con un rastro de un astuto resplandor que no permitió que notara Xiao He.