Esos cómodos y tranquilos días pasaron, uno tras otro. En un abrir y cerrar de ojos, la mitad de un año había pasado.
El líquido dorado de las esencias de alma había sido completamente absorbido por Linley. En ese momento, a pesar de que su alma en forma de espada era sólo un poco más grande que antes, en términos de calidad, se había transformado totalmente.
—No es de extrañar que la Deidad quisiese recoger tantas almas y refinarlas.
Linley no pudo evitar reír.
Pero, por desgracia, a pesar de los esfuerzos meticulosos del Gran Brujo, al final, todo había sido en beneficio de otra persona.
Después de absorber por completo las esencias de alma, Linley dejó la dimensión secreta de bolsillo, con ganas de dar un paseo sobre el Castillo Sangre de Dragón. Al mismo momento que caminaba por un sendero florido, Linley vio una mancha negra destellar pasando por el aire sobre él desde lejos.
—Amo.