—¡Donde sea que el viento esté, puede aparecer la espada!
Al oír esas palabras, McKenzie estuvo verdaderamente sorprendido. Si él no hubiese discutido personalmente con Linley, al oír esas palabras, él habría pensado que era un alarde vacío. Pero justo en ese momento, él mismo había percibido la velocidad aterradora de esos ataques de espada, que habían alcanzado una velocidad que era de diez, no, cientos de veces más rápida que la suya.
No había manera de que él los bloquease, por lo que tuvo que confiar en su qi de batalla para defenderse en contra de ello.
Para ser forzado a tal estado, McKenzie estaba completamente convencido de la superioridad de Linley.
—Linley, hablaste de la fusión y de convertirse en uno con el viento. Yo... no entiendo lo que quieres decir —dijo McKenzie, frunciendo el ceño ligeramente.