Los segundos pasaron.
La multitud sentada en las gradas de espectadores estaba al borde de sus asientos. Aunque no eran los que peleaban, estaban tan concentrados en la batalla como los combatientes en la arena.
Este era el partido final.
El resultado de este partido determinaría los destinos de ambos lados. El ganador se convertiría en el Líder de Grupo en Ouroboros, y sus miembros de brigada obtendrían éxito y prestigio. El perdedor, sin embargo, tendría que dejar el Dominio de Dios para siempre y los que los siguieron tendrían dificultades en el futuro.
Como resultado, la tensión era prácticamente tangible en las gradas.
Incluso los Ancianos que observaban la lucha desde el costado se sentían tensionados.