1913
—Jeje, ¿no soy inteligente? —Porotito estaba impresionada por su propia inteligencia.
—Está bien, Qin Mumu, tú ganas. —Al final, la arrogante Pudín perdió ante la linda Porotito.
Mientras trabajaba al lado, Qin Chu escuchaba la conversación de sus hijas y casi se orinó de la risa.
El dicho de que los niños dicen lo que se les ocurre parece ser cierto...
Incluso si ambas tenían un alto coeficiente intelectual y habían madurado temprano, todavía eran niñas por naturaleza.
Menos mal que pudo calmarse. O de lo contrario no sería capaz de mantener su tranquilidad habitual.
Después de la cena, las gemelas finalmente se quedaron profundamente dormidas.
Qin Chu movió su cuerpo levemente y suavemente recostó a Huo Mian. Luego le pidió a la azafata dos mantas y las puso sobre Pudín y Porotito.