—Estuve siguiendo el paradero de Ian y noté que había venido a Brasil mientras tú estabas aquí. Algo andaba mal, así que me disfracé de su mayordomo cuando no prestaba atención.
—Inteligente jugada, papá, ¿pero por qué no le dista más veneno en lugar de darle el antídoto? Mientras él siga vivo no dormiremos en paz.
—¿En serio piensas que nuestras vidas mejorarán cuando él muera? Si lo matamos, nos van a perseguir hasta el fin del mundo. Los grupos de mafiosos y terroristas de Alemania no permitirán que nos salgamos con la nuestra tan fácilmente. Ian tiene que morir, pero hoy no es el día —entonces, el profesor Lu se levantó y comenzó a alejarse...
—Jefa, aún estamos en Río de Janeiro, ¿cuál es nuestro próximo destino? —preguntó el empleado de Lu Yan después de echarle un vistazo al GPS.
—Casa... nunca volveré a este maldito lugar. Si mi padre no hubiera aparecido, ahora estaría muerta.
Ese encuentro de seguro había sido peligroso...