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—Ese Tang Chuan habla sin pensar y no dice nada. No te lo tomes a pecho.
—¿Qué hay si me lo tomo a pecho? ¿Entonces qué?
—Eh... —Su Yu no sabía qué decir.
Huo Mian estalló de risa. Desde que Qin Chu había entrado a prisión que no se reía con tanta felicidad.
Su brillante sonrisa entibió el corazón de Su Yu al instante.
—Solo bromeaba. Lo conozco desde hace mucho tiempo, por supuesto que sé qué tipo de persona es. No me lo tomaré personal. Además, el joven maestro Tang no dijo mucho.
—Eso es genial. —¿También viniste a la cocina por algo de arroz? Yo te serviré —mientras hablaba se movió para tomar el tazón de Su Yu.
—No, está bien. Yo me serviré —Su Yu se sirvió una cucharada de arroz y se marcho confundido.
Todos parecían tener una linda charla.
Huo Mian era una chef bastante buena. También había preparado fruta para que todos comieran después de cenar.