—Suéltame, voy a matarte, ¡tú también eres mala! Solo eres un demonio oculto bajo la piel de un ser humano...
La muchacha saltó violentamente hacia Huo Mian e hizo tanta fuerza que Chen Jie ya no pudo sujetarla.
De repente, Huo Mian sacó la aguja de plata que llevaba con ella y la clavó en la nuca de la muchacha. Cuando la anestesia recorrió todo su cuerpo, cayó débilmente al suelo.
—Jefa, ¿está bien? —Chen Jie estaba tan asustada que su expresión cambió. Entonces, corrió hacia ella y revisó su brazo. Tenía el brazo derecho lastimado; había marcas de sangre muy obvias en todo su brazo.
—No te preocupes, es una herida pequeña.
Huo Mian se sentó y usó un poco de yodo para desinfectar su brazo. Luego, tomó un poco de gasa y rápidamente envolvió la herida.
—Lo lamento, jefa, no pensé que la paciente fuera a ser tan inestable a nivel emocional... —Chen Jie se culpó a sí misma.