Por alguna razón, Su Yu sintió dolor al ver a Huo Mian sonreír así. Ella nunca le había hablado tan gentilmente antes. Se acercó al estante, tomó una tetera y le sirvió a Su Yu una taza de té.
—Pruébalo, luego de beber té por tanto tiempo, creo que Xihu Longjing es el mejor. Es suave y dulce.
—¿Por qué estás siendo tan buena conmigo? —A Su Yu le sorprendía la atención.
Ellos peleaban cada vez que se veían. Por lo que él no estaba acostumbrado a ver raramente el lado gentil de Huo Mian.
—¿Qué? ¿Es un crimen ser buena contigo? —bromeó Huo Mian.
—No, es solo que no estoy acostumbrado.
Dios sabía cómo lo pasó ayer. Él no pudo dormir toda la noche y seguía pensando en el estado maniaco de Huo Mian, como si estuviera atrapado en su corazón. Él le rogó a su abuelo tres veces antes de que accediera a enviar a un médico de la milicia.