—Todo lo que has dicho está bien.
Cada vez que Qin Chu hablaba con Huo Mian, su voz era increíblemente cálida.
Cuando Jiang Linyue oyó lo que Qin Chu dijo, su rostro se puso pálido. El presidente en verdad amaba a su esposa, dejando que una mujer no sabía nada del manejo de negocios la transfiera. Y el mismo presidente lo admitió en silencio, ¿Qué demonios estaba sucediendo?
—Directora Jiang, ¿qué piensa de mi sugerencia?
Huo Mian rodeó sus brazos alrededor del cuello de Qin Chu y miró a Jiang Linyue con una sonrisa en su rostro.
—No creo que la decisión de la joven señora sea muy sabia. Después de todo, tan solo soy la directora del departamento de diseño, no creo que sea capaz de manejar una oficina sucursal…—dijo Jiang Linyue, rechinando sus dientes, y abrumada por la rabia.
—No, creo eres en verdad capaz. Lo has hecho bien todo este tiempo, y estas desperdiciando tu talento siendo la directora del departamento de diseño. Confiamos en ti.