—Señor, aún no hay nada de Imperial Star.
—Ja, sí que es paciente.
Qin Chu rio. Eso era bueno porque significaba que Su Yu era un oponente digno, y no alguien que se pondría ansioso ante la primera molestia.
—Señor, ¿qué hacemos ahora?
Yang todavía no entendía por qué GK quería invertir en la industria del entretenimiento. Su Yu por otro lado, actuaba como si el no fuese parte de la crisis. Él desayunaba a la par que evitaba a los paparazzi.
En un restaurante de dim sum estilo Hong Kong cerca de la entrada trasera de Imperial Star-
Su Yu y su asistente disfrutaron del desayuno calladamente, el cual consistía en dumplings de camarón, panecillos con cangrejo roe, y té. Él lo estaba disfrutando.
—Señor, ¿tiene una manera de contrarrestar la inversión de GK en la industria del entretenimiento? —An, un hombre usualmente de pocas palabras, preguntó repentinamente.
—Nop.
La respuesta de Su Yu fue breve.