Para la sorpresa de nadie, Wei Liao dijo lentamente: —En mi opinión, no deberías hacer algo tan escandaloso. Toma tu RV y llévala a la cima de la montaña. Pueden mirar las estrellas, disfrutar de una cina a la luz de las velas y beber algo de vino. Luego puedes drogarla y tener sexo en el auto con ella.
—Si me acuesto con ella, será mía, ¿no? —preguntó Su Yu.
—Correcto —asintió Wei Liao.
—¡Puedes irte a la mierda! Sabía que serías incapaz de tener una buena idea. Lo pensaré yo solo.
Entonces Su Yu se paró para marcharse.
—Oye, acabas de llegar, ¿ya te vas?
Tang Chuan no quería que Su Yu se fuera aún.
—Ustedes diviértanse bebiendo, yo necesito aclarar mi cabeza y pensar.
—Mierda, ¿habla en serio? Nunca lo vi ir tan en serio con algo, ni si quiera con el festival anual de Imperial Star. Huo Mian debe ser una Diosa —exclamó Tang Chuan.