—Oh, tuve un pequeño accidente. No te lo conté ya que estaba bien, pero el auto tuvo algunos raspones —dijo cuidadosamente Huo Mian, dando vistazos a Qin Chu ocasionalmente, para verificar que no se diera cuenta que estaba mintiendo.
—Me alegra que estés bien, conduce con cuidado.
—De acuerdo.
Huo Mian asintió y suspiró aliviada.
—Te ordenaré un auto con mejores funciones de seguridad. Olvida el antiguo auto.
—Pero…
—Sin peros, solo acéptalo.
Qin Chu detuvo su rechazo.
—De acuerdo, gracias señor Qin.
Huo Mian se colgó de su cuello y rio como una niña inocente.
Ya que ambos habían despertado muy tarde, ninguno había desayunado. Huo Mian se subió al Maybach de Qin Chu y se dirigió a su trabajo.
Para cuando llegó a su oficina, una canasta de desayuno ya se encontraba ahí.
—Enfermera jefe, alguien acaba de enviarle esto.