Habían pasado varios meses desde la última vez que Tesorito habló, y en ese período de tiempo, Tesorito no había dicho ni una sola palabra.
Aunque estaba ansiosa, sabía que no podía apresurar esas cosas, por lo que nunca había forzado al niño a decir nada. A medida que pasaba el tiempo, se había acostumbrado a comunicarse con Tesorito usando la pizarra. Tanto es así que la mayoría de las veces, ella podía entenderlo sólo con la simple mirada de Tesorito. Ella ni siquiera sentía que él era diferente de los demás niños...
Sin embargo, cuando sus oídos escucharon claramente a Tesorito llamarla "Mami", sintió como si su pecho hubiera sido golpeado con fuerza por algo, haciendo que se le atascara el aliento en la garganta. El calor fluía de su corazón a cada centímetro de su cuerpo. Había un sentimiento mágico indescriptible...