—¡Señora Bennett! —Daphne casi saltó del coche aún en movimiento en cuanto vio a Amelie esperándola en la entrada principal de su mansión.
—¡No te muevas! No puedo permitir que te lastimes justo después de que lograste evitar el resultado de la furia de Samantha. —Kyle la agarró por la manga de su abrigo que ahora estaba colocado sobre sus hombros, ofreciéndole una mirada severa a través del retrovisor.
La chica chasqueó la lengua con molestia pero se calmó, y una vez que el coche finalmente se detuvo, abrió de golpe la puerta, y corrió hacia Amelie cuyos brazos ya estaban abiertos, esperando abrazarla en un cálido abrazo.
—Daphne, ¡me alegra tanto que estés bien! Cuando el señor Marshall me envió un mensaje diciendo que te caíste por las escaleras