Él no le dio oportunidad de hablar, dado que empujó sus labios contra los de ella, una repentina invasión a su guarida nuevamente. Esto hizo que el temple en su cabeza se desmoronara y sacudió su ya caótica mente.
Luego de unos segundos, la pasión del beso infectó su cuerpo con una especie de calor apoderándose de ella.
—Ahora no será amargo —él dejó ir sus labios y sonrío como el chico malo de la cuadra.
La vista de Lu se nubló, como si empezara a ver el mundo a través de vidrios de color rosa y la imagen de este hombre se volvió más soñadora, más encantadora …
Cómo esa persona...
Por un segundo Lu pensó que estaba hablando con alguien más....