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100% Yo en Blue Lock / Chapter 17: Final de Competencia

Bab 17: Final de Competencia

A medida que la carrera de resistencia avanzaba, la fatiga se volvía cada vez más insoportable. Los 100 metros que había corrido al inicio, junto con las pruebas de gimnasia y natación, ya habían dejado una huella profunda en mi cuerpo. El esfuerzo acumulado me estaba cobrando su precio, y mi cuerpo comenzaba a ceder. Mis piernas, que antes respondían con agilidad, ahora se sentían pesadas y lentas. La respiración se me entrecortaba y el sudor cubría mi rostro, mientras mi mente luchaba para mantenerse enfocada.

La carrera estaba llegando a su fin, y el agotamiento me estaba alcanzando. Las piernas me temblaban, mi respiración era irregular, y sentía el peso de todos los esfuerzos previos de las otras disciplinas sobre mi cuerpo. El tercer lugar ya estaba a la vista, pero justo cuando pensaba que podría mantener mi posición, vi cómo mi rival comenzaba a acercarse rápidamente, impulsado por la misma determinación que yo. En ese momento, sentí una presión indescriptible: no podía dejar que me alcanzara, no podía rendirme.

De alguna manera, logré reunir las últimas fuerzas que me quedaban. Sabía que no podía continuar de la forma habitual. No había tiempo, no había espacio para más pasos controlados. Así que, con un impulso irracional y decidido, me lancé hacia adelante. Salté con todo mi cuerpo hacia la meta, como si mi vida dependiera de ello. Con una velocidad vertiginosa, me lancé de cabeza, extendiendo mi cuerpo al máximo, sintiendo cómo el aire golpeaba mi rostro mientras me dirigía hacia la línea de meta.

El impacto fue brutal. Sentí el suelo golpearme, pero el sonido del cruce de la meta fue lo que me mantuvo consciente. Había caído de cabeza, pero el esfuerzo había valido la pena. Con la vista borrosa por el impacto y el dolor recorriéndome el cuerpo, vi cómo mi nombre aparecía en el podio. Había conseguido el tercer lugar.

Cuando intenté levantarme, el dolor me atravesó con una intensidad brutal. Mis músculos ya no respondían como deberían, y la fatiga había invadido cada rincón de mi cuerpo. Intenté impulsarme, pero las piernas no respondieron. Mi equilibrio estaba fuera de control, y antes de darme cuenta, mi cuerpo colapsó de nuevo hacia el suelo.

El golpe fue seco, el impacto del suelo me hizo sentir como si el esfuerzo de toda la competencia hubiera explotado en mi interior. Mi respiración era pesada, entrecortada, y el mundo a mi alrededor parecía girar. No podía moverme, solo sentía el ardor en cada músculo, el latido de mi corazón acelerado, y el sudor frío cubriendo mi rostro. Había cruzado la meta, había conseguido el tercer lugar, pero el precio había sido más alto de lo que imaginaba.

El rugido de los aplausos y los gritos de los demás competidores parecían lejanos, como si todo el estadio hubiera desaparecido, dejando solo la sensación de mi cuerpo quebrado y el cansancio extremo. Por un momento, pensé que no podría levantarme, que todo había terminado. Pero una fuerza interna, una que no tenía nada que ver con la fuerza física, me empujó a intentarlo de nuevo.

Finalmente, con un esfuerzo que parecía sobrehumano, logré levantarme de nuevo, tambaleando como si cada movimiento me costara una eternidad. A pesar de la incomodidad, a pesar del dolor, no quería que nadie viera cómo me rendía. Aunque me encontraba cojeando, con las piernas incapaces de sostenerme por completo, al menos podía pararme y mirar la meta con orgullo. Había luchado hasta el último segundo, y había cruzado la meta de la manera más dramática posible. Había logrado mi lugar en el podio, y aunque mi cuerpo me traicionaba, el sentimiento de haber dado todo lo que tenía era más grande que cualquier dolor.

Más tarde en la entrega de medallas obtuve varias medallas de oro y una de bronce, mientras todos celebraban y yo sostenía mis medallas con alegría y orgullo, uno de mis entrenadores me miró con una sonrisa apenas contenida. "Tenemos algo más que decirte", dijo, con un tono que dejaba claro que había más de lo que parecía. Mi mente, aún centrada en el cansancio y el dolor, se aceleró un poco al escuchar esas palabras. "Después de lo que lograste hoy y de cómo has respondido a cada desafío, creemos que es el momento perfecto para transferirte a la clase sub 11 Elite para que puedas desarrollarte de mejor manera."

El impacto de sus palabras fue como una sacudida eléctrica. Mi cuerpo, que aún se tambaleaba por el esfuerzo de la competencia, se detuvo en seco. Sub 11 Elite. Ese era el nivel más alto que podía alcanzar en la categoría infantil, un grupo selecto de jóvenes con habilidades excepcionales, preparándose, entrenando para en un futuro de competir en los escenarios más grandes. ¿Yo? ¿De verdad me transferirían allí?

La idea de unirme a ese grupo era emocionante y aterradora al mismo tiempo. El nivel de competencia allí sería aún más alto, las expectativas mucho mayores, y los entrenamientos serían mucho más exigentes. Pero en lo más profundo de mi ser, sabía que era el paso necesario. Ya no había vuelta atrás. Había demostrado que no solo podía seguir el ritmo, sino que, de alguna manera, tenía la capacidad de ir más allá.

"Esto no es solo por tu rendimiento hoy", continuó mi entrenador, "es por todo el esfuerzo que has mostrado, por tu capacidad de adaptarte, y sobre todo, por tu mentalidad. Queremos ver de los que eres caoaz, estás listo para dar el siguiente paso."

El orgullo comenzó a reemplazar el cansancio, aunque mis piernas seguían siendo un recordatorio de lo que acababa de atravesar. Ser transferido a la clase sub 11 Elite significaba más desafíos, pero también significaba que mis entrenadores confiaban en mí. Había llegado hasta aquí con esfuerzo y dedicación, y ahora estaba en el umbral de un nuevo nivel de entrenamiento y competencia.

"Así que, ¿estás listo para dar el siguiente paso?" me preguntó mi entrenador, con una mirada desafiante pero llena de confianza. "Esto te servirá mucho para prepararte para el torneo nacional. No competirás contra la sub-11 élite, pero sí contra la sub-11 normal y necesitarás prepararte muy bien".

Con una sonrisa apenas visible, respondí: "Sí, estoy listo."

Ya no se trataba solo de ganar medallas, de estar en el podio o de impresionar a los demás. Ahora, se trataba de llevar todo lo que había aprendido, todo el sacrificio y la pasión, al siguiente nivel. Estaba a punto de entrar en una nueva etapa, y aunque el camino sería más difícil, algo dentro de mí sabía que este era el lugar donde se me exigiría aún más lo que me haría mejorar más y más


PERTIMBANGAN PENCIPTA
OMNIUM OMNIUM

estuve una semana fuera por eso les traje dos caps y uno de ellos muy grande

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