A Nora, que había sido puesta como enemiga imaginaria, le importaba un bledo si el proyecto experimental de Epson tenía éxito o no.
Cuando volvió a casa, la encontró bastante animada.
Abrió la puerta de un empujón y entró, vio a un huésped no invitado: René.
Seguía pareciendo tan tímida como siempre y tenía la cabeza baja.
Sin embargo, se había bañado, por lo que su pelo estaba mucho más suave. Tampoco había ya mal olor en ella. Aunque su ropa era sencilla -e incluso tenía remiendos en algunos lugares- estaba limpia.
Cherry le ofrecía sus bocadillos: —¡René, pruébalo! ¡No tengas miedo! ¡Es delicioso!
Ella se asustó tanto que le devolvió la merienda: —N-no, está bien. No me los comeré...
Los grandes ojos de Cherry parpadearon, sonrió y volvió a decir: —¡Toma un poco! Está bien, no puedo terminar tantos bocadillos de todos modos, ¡sí!