Los peligros que se le presentaban a un cultivador de Armamentos Divinos no eran muy grandes. Sin embargo, el estrés puesto sobre sus capacidades técnicas era magnánimo, y el volumen de trabajo era sustancial. En especial para Wang Baole, quien estaba a cargo de diez Cañones del Dios de Fuego. No podía pasar demasiado tiempo en una sola plataforma.
Luego de cada inspección, debía apurarse hacia la siguiente plataforma. Debía mantener un ojo agudo al mismo tiempo para cada Cañón del Dios de Fuego que pueda estar experimentando fallas, ya que cualquier problema debía ser atendido de inmediato. En el caso de que la falla fuera algo que él no pueda manejar, necesitaría pedir a gritos la ayuda urgente de Chen Yutong.