—Oh, hola Dan—dijo mi hermana dejando el café en la pequeña mesa que estaba enfrente de nosotros, quitándose la bufanda y después darle un beso en su mejilla.
–—¿Para qué lo llamaste?
—Anwen, sabes que este es un momento muy grave, necesitamos apoyo.
—¡Él no da apoyo a nadie Conny!—grité desesperadamente, quería romperle el florero en la cabeza, pero debía mantener la calma, así que sólo masaje mi sien y salí de la habitación, caminé algo apresurada, pero mi hermana logró alcanzarme.
—Anwen, las cosas del pasado deben...
—Esto no es cosa del pasado o de hoy Conny, mi hijo tiene cáncer, y ahora llega él después de todo y acaba con la poca paciencia que tengo, ¿Podrías por favor decirle que se vaya?
—Pero...
—Bien, entonces si tanto apoyo quieres vete con él a donde quieran irse, yo quiero estar con mi hijo, sólo eso, no quiero tus palabras llenas de lástima, ni tampoco sus intenciones de hacerme sentir culpable de algo que nunca debió haber pasado—y sin dejar que me contestara me retiré al cuarto, tomé la bufanda de Conny y el maletín de Dan, se los di para que entendieran que nos los quería aquí.
—¡Ya váyanse!—ellos sólo asintieron y se marcharon, quería llorar, estaba tan desesperada que ni siquiera sabía de donde sacaba la poca cordura que me quedaba, tener ese sentimiento de impotencia, no poder hacer nada por mi hijo, caminé de un lado a otro varios minutos, me pasé la mano por el cabello infinidad de veces, me senté y después me quedé dormida.
...
¿Dónde estaba?, esa fue la pregunta que mi mente hacía hace más de tres horas, el lugar era oscuro, y tranquilo, a lo lejos pude observar un lindo camino resplandeciente, no dudé ni un poco y me dirigí hacia ese misterioso camino, pero una voz me detuvo en mi trayecto.
¿Qué se escucha?
Un llanto.
¿De quién?
Ay, no me preguntes eso a mí consciencia.
Debes saber.
Pues no lo sé, deja de molestar.
Tú eres el molesto.
Shh, se sigue escuchando el llanto.
Ah de ser un mocoso llorón.
Cállate y déjame escuchar.
Como sea, haz lo que quieras.
Dejé de discutir con mi consciencia, y me concentré en aquel llanto que se escuchaba.
¿Qué pasa?, ¿Estoy en casa? ¿Esto es un sueño? o ¿Sólo es una ilusión?
Todo volvió a ser de color negro, y ahora mi mente estaba en blanco, ya no pensaba en nada, ya no escuchaba nada, ya no recordaba nada.
—¿Madre?—abrí mis ojos de golpe y al momento de quererme levantar sentí un intenso dolor en mi antebrazo izquierdo, lo que faltaba, estaba en el hospital, y lo peor es que no lo había recordado, me volví a recostar en la camilla y acomodé mi cabeza en la almohada que estaba debajo de ella, miré el cuarto y pude darme cuenta de que las luces estaban apagadas, voltee y vi un pequeño sillón pero alguien estaba en él, ¿qué había pasado después de inyectarme la anestesia?, cerré los ojos otro rato, intenté dormir, pero había dormido tanto que mis ojos ya no querían cerrarse, en eso la persona que estaba en el sillón se levantó y prendió la luz, fue tan rápido el impacto que tuvieron mis pupilas al observar el foco, que rápidamente me tapé los ojos con mis manos, olvidando los tubos que tenía en mi antebrazo y recordando aquel dolor que hubo anteriormente en él.
—Hijo, despertaste, oh que alivio—dijo mi madre para después abrazarme con delicadeza.
—Sí, estoy bien, ¿Cuánto tiempo pasó?—pregunté separándome de sus brazos.
—Pasaron más de cinco horas desde que te entubaron.
—Oh, ya veo—pasé un poco de saliva, sí, definitivamente mi garganta estaba seca–—¿Vamos ir a casa pronto?—saqué a mi madre de sus pensamientos, y con una expresión de una tristeza infinita me dijo-Claro cariño.
—Mamá, tengo mucha sed, ¿Te molestaría traerme un poco de agua?
—Ahora voy—me observó detenidamente y después salió del cuarto, ¿Estaba bien? ¿Qué tenía? siempre he dicho que nunca he entendido a las mujeres, pero en esta ocasión estoy más que confundido, quería preguntarle a mi madre, pero no quería recordarle el suceso que la afligía, ¿La curiosidad me ganaría? o ¿Le preguntaré hasta mañana?, mientras estaba peleando con mis pensamientos pude observar que mi madre platicaba con un doctor, y ella realmente se veía mal, ella parecía la enferma yo no, ¿Qué tal si el doctor se había equivocado y dijo que yo era el enfermo cuando mi mamá lo era? pero yo soy el que vomita sangre y no aguanta el estómago, cierto, eso era más que cierto.
...
¿Pasará el tiempo en el que deje de contar mis días y ver desde el ataúd sus lágrimas?
No quiero que se preocupen,
Los cuerpos se van, las experiencias se quedan,
Los recuerdos florecen y el tiempo se desvanece.
¿Harán una fiesta cuando me vaya?
Espero que la disfruten.
Así como la luz del sol ilumina tu rostro,
La oscuridad lo opaca,
Y las sombras lo resaltan.
Gracias a todos,
Por sus poesías y falsas mentiras,
Por sus infinitas realidades Y su millón de alegrías.
Y cuando el cielo se despeje,
Acuérdense de mí,
Pero cuando el sol se oculte no piensen en nada,
Cierren sus ojos, respiren hondamente,
¿Huelen la fragancia que despiden las flores?
Es algo sofisticado,
Difícil de explicar,
Algo extremadamente raro,
Lo que es fácil admirar.
Aún recuerdo los días con nostalgia,
La luz de la luna seguía,
Y mientras más tiempo pasaba,
Más reía y más gritaba,
¿El tiempo pasará lento?
¿La agonía seguirá creciendo?
¿La melancolía irá desapareciendo?
Mientras más dudas haya,
Menos respuestas se encuentran.
Pero con el simpático sonido del silencio,
Estoy con el pensamiento,
¿Pasará el tiempo en el que deje de contar mis días y ver desde el ataúd sus lágrimas?
Nunca se sabe,
Pero los observaré en cualquier lugar en donde estén.
¿Deberían asustarse?
Realmente no lo sé.
Atte. Su Amado Joel.
....