Bab 10: Capítulo 10. Intercambio
Luciana, luego de acercarse aquel cuerpo sin vida, reflexionó por un momento y esto la llevó a una pregunta, ya que si había encontrado a un cadáver flotando en el mar; eso quería decir que quizás la tormenta había hecho hundir alguna embarcación cerca de donde estaba.
Y aunque estaba mal alegrarse por esto, pero en este instante se alegró y mucho, porque sus posibilidades de vivir serían mucho más ahora que sabía esto.
Luego volvió a ver el cadáver que flotaba cerca de ella y la analizo bien y era la misma chica que llevaba el mismo traje de baño con ella, hasta la salida era igual que la suya.
En ese momento recordó que aquella chica estaba en el yate que había salido primero que ellos, la Elizabeth creo que se llamaba, reflexionó ella y dio un suspiro de tristeza, suponiendo que quizás no sería la única persona muerta que había.
Después recordó cómo se le había burlado Olivia, al contarle que Max la había confundido por detrás con esta chica, solo por estar vestida igual que ella.
Para luego decirle ya con esto deberías de saber que Max no te ama, porque sí te amará de verdad como lo has estado pensando desde que comenzó a tratarte mejor, nunca te confundiría con otra mujer, mientras se reía por esto.
Aunque supongo que esto ya lo sabes, ¿verdad?
A menos que seas un poco retrasada y no sepas diferenciar entre amor y lástima, porque déjame te digo que esta última es lo que siente Max por ti, mientras se daba la vuelta y se iba riéndose de ella.
Pensando en esto, Luciana se dijo que ella nunca lo confundiría por más lejos que estuviese de ella, aunque se pareciera a otra persona.
Ya que esa espalda ancha y ese cuerpo escultural sería imposible de tenerlo dos personas en este mundo, además tenía grabado en sus mentes todas sus expresiones y cada uno de sus hábitos en su mente hasta el más pequeño.
Pero cuando una persona no te quiere te confunde con cualquiera solo por estar vestidos de la misma forma, igual ella ya sabía eso desde que aceptó casarse con él.
Sin embargo, sentía una aflicción en su pecho y sus lágrimas comenzaron a salírseles descontroladamente de sus ojos.
Y para salir del trance que se había sumergido, comenzó a hablarle a aquella chica diciéndole, por favor, perdóname por lo que voy a hacer, pero creo que yo necesito más el chaleco que tú, estás de acuerdo conmigo ¿verdad?
Antes de quitarle el chaleco recordó que si se lo quitaba de seguro se iría hasta el fondo del mar y a sus familiares se les haría difícil encontrar su cadáver, pero qué podía hacer ella para poder sobrevivir.
Luciana en ese momento estaba pensando que se estaba volviendo loca, ya que estaba hablando con un cadáver y cualquier ser humano que se encontrara en su misma situación, no dudaría dos veces para quitarle el chaleco, pero si hacía eso estaba segura de que mandaría a esta chica hasta el fondo del mar.
Y quizás cuando encontraran su cuerpo ya estuviese irreconocible y ella sería la única culpable, además su abuela siempre le decía que a los muertos no se le podía robar sus pertenecías y si después aquella chica viniera a la media de la noche asustarla, ni pensarlo, pero cada instante se sentía más cansada y sabía que no podía aguantar mucho tiempo sin aquel salvavidas, ya que de seguro moriría igual que aquella hermosa mujer.
Tenía que buscar el modo de no sentirse tan culpable si le quitara el chaleco, así que se dijo que tal si hacían un intercambio, pero con que intercambiaría aquel chaleco si no llevaba nada encima, solo su traje de baño.
Posterior se miró la mano, la cual estaba agarrando el salvavidas de aquella chica y pudo ver su anillo de matrimonio, pero ese era el único que tenía de su esposo y si moría por lo menos quería llevarlo encima.
Pero estaba más que convencida de que si no hacía aquel intercambio con aquella chica no sería capaz de quitarle el salvavidas, el cual le podría salvar la vida.
Reflexionando en lo triste que se pondría su hermano junto a su familia al enterarse de su muerte, tuvo que darle su anillo de matrimonio, el cual desde que se casó nunca se había quitado de su dedo.
Después de quitarse aquel hermoso anillo se lo puso en el dedo anular de aquella joven, no sabía si era pura coincidencia, pero tenían el mismo talle en sus dedos, ya que le había quedado a la medida como si siempre hubiera sido de aquella chica.
Luego si pudo quitarle el chaleco sin ningún remordimiento en su conciencia, puesto que de esta manera no se iba a sentir tan mal al quitarle su pertenencia y le prometió que apena la rescatarán, volvería por ella y buscaría a su familia y si no encontraría a ninguno de estos, le daría un entierro digno por haberle salvado la vida.
Con esta promesa se despidió de aquel cadáver y la soltó, para luego ponerse aquel chaleco, mientras lo hacía miraba como aquel cuerpo se hundía en las profundidades del mar.
Luego recordó cuando recién se había subido miró a la chica en el yate del lado, la cual al percatarse que llevaban la misma ropa se había reído con ella por aquella coincidencia y cuando ella se iba le alzó la mano con una brillante sonrisa.
Luciana en aquel momento solo pedía a Dios que la ayudara a salir con vida de esta, pero sabía mejor que nadie, que con esta tormenta y sin saber dónde estaría, nadie la buscaría y lo más seguro era que moriría sola y quizás nadie encontraría su cuerpo.
Y en ese instante sabía que ya no podía hacer nada más para poder salvarse, pues ya no sentía sus pies, ni sus manos, y su respiración cada vez se hacía más lenta, hasta que ya no pudo mantener sus ojos abiertos por el cansancio que sentía en aquel momento.
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