Gabriel volvió a balancear el bate, golpeando la cabeza de Hawrin. El dolor hizo que Hawrin gritara. Desafortunadamente, los gritos no le consiguieron ninguna misericordia. En cambio, eran como la melodía de la canción más hermosa para Gabriel, que había querido escuchar durante mucho tiempo.
Mientras Hawrin ya gritaba de dolor, Gabriel pisoteó sus rodillas, sin darle siquiera un momento para respirar. Otro golpe se dio, pero esta vez, Gabriel balanceó el bate directamente a la cara de Hawrin. Quería darle a Hawrin tanto dolor como fuera posible, y esto era solo el comienzo.
Gabriel siguió golpeando a Hawrin, haciendo que rugiera cada vez más. Primero, Hawrin maldijo a Gabriel, luego pidió perdón, luego maldijo de nuevo. No importa lo que hiciera, no recibió ninguna misericordia. Su garganta ya se había vuelto ronca de tanto gritar.