En el Mundo Central, el Rey del Reino Superior observaba a través del espejo frente a él, viendo cómo Caen se marchaba. Tampoco olvidó la amenaza que el joven le había hecho.
Las grietas comenzaron a desarrollarse en el espejo, que se hizo añicos en mil pedazos, que se dispersaron en el aire fino.
—La arrogancia siempre ha sido la caída incluso de los dioses más grandes...
El Rey del Reino Superior cerró los ojos, sin reaccionar. En cambio, ordenó a los cuatro Generales que se marcharan y cuidaran del Reino Superior, que actualmente estaba en caos. Solo él debía quedarse.
....
En otro lugar, el Señor de las Llamas salió de un portal, apareciendo en un lugar oscuro y desconocido, que carecía de cualquier energía elemental de la que se alimentaba.
—¿Por qué huimos? ¿Qué pasó? —preguntó, mirando la estatua en su mano. Sin embargo, la estatua permaneció en silencio como si fuera una estatua ordinaria.
—Alguien vino... Alguien fuerte... —Una voz rasposa salió de la estatua.