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Jessica Flack se mantuvo ruborizada de emoción durante todo el banquete.
—¡Muah! —Jessica plantó audazmente un beso en la cara de Basil Jaak.
Basil esbozó una sonrisa irónica, diciendo:
—Señorita, estoy conduciendo ahora. Podemos terminar en un accidente de coche si me distraes así.
Jessica balanceó su puño de alegría:
—¡Mil millones! Solo de pensar que nuestra compañía podría asegurar mil millones en préstamos de bajo interés cada año me hace marear de emoción. ¡Lo hiciste tan espléndidamente esta noche! —Estoy en las nubes.
Basil echó una mirada de reojo a la eufórica Jessica, sintiendo un cosquilleo en su corazón. Pensó para sí mismo: «Ni siquiera estaba tan emocionado. ¿De qué se alegra tanto?».
Sin percatarse de los pensamientos burlones de Basil, Jessica, aún perdida en su ensoñación, tarareaba una melodía gozosamente al ritmo de la lluvia en el exterior.