—¡Vamos, de vuelta al coche y continuamos! —gritó Basil Jaak al Doctor Fantasma.
Después de la reciente serie de percances, el Doctor Fantasma se volvió más cauteloso y cuidadoso, permaneciendo en silencio durante todo el viaje como si hubiera sido muy afectado.
Afortunadamente, el camino por delante no estaba plagado de muchos peligros. Basil y el Doctor Fantasma, con su rica experiencia al aire libre, se desplazaron con facilidad hasta llegar justo encima del valle.
El resplandor del sol poniente brillaba sobre los acantilados ocre, como si otorgara una cinta festiva a los cálidos nativos africanos. Toda la escena era grandiosa y magnífica, embriagadora para la vista.
—¿Bajamos aquí? —Basil se volvió a preguntar al Doctor Fantasma.
El Doctor Fantasma asintió y salió del coche, luego se inclinó, mirando cuidadosamente hacia abajo del acantilado.