Después de un encuentro de... acción, la oficina se inundó instantáneamente con el olor de hacer el amor.
Basil Jaak se levantó del sofá y fue a abrir una ventana.
—¡Hey, está helando, por qué abres la ventana? —preguntó exasperada Jessica Flack desde su silla.
Basil Jaak se volteó y sonrió. —Si no quieres que Amanda entre y nos huela, puedo cerrarla.
—¡Humph, es toda tu culpa! —La cara de Jessica Flack se puso un poco roja, y desvió la cabeza, dijo con disgusto.
Basil Jaak soltó una carcajada. —¡Se necesita de dos para bailar tango! Recién fuiste muy cooperativa.
—Sigues hablando de eso; ¿qué tal si yo... —Jessica Flack le lanzó una mirada enojada a Basil Jaak. Intentó amenazarlo con recortarle el sueldo, pero, recordando que Basil Jaak ahora era accionista de la compañía, rápidamente cambió de tema—. Ve, tráeme un vaso de agua.
—Vaya que sabes dar órdenes. —Basil Jaak tomó el vaso que le pasó Jessica Flack, caminó hacia el dispensador de agua, se inclinó y le sirvió el agua.