Luciano salió enojado, y Basil Jaak también dejó el cibercafé, listo para ir a casa y cocinar.
—¡Jaak, vamos a celebrar! —propuso emocionada Krystal Flack. Ver que el hermano fanfarrón de Eric no duraba cinco minutos bajo la mano de Basil Jaak la había hecho la más feliz de todos.
Basil Jaak no tenía interés en meterse con esos niños. Simplemente, agitó la mano diciendo:
—No —y luego se preparó para irse. Sin embargo, para su sorpresa, Krystal Flack se subió obstinadamente al asiento del conductor del Maserati, lo que lo dejó sin habla.
—¡Bájate! —gritó Basil Jaak.
—¡No me voy a bajar! —Krystal Flack se quedó inmóvil.
—¡Bájate! —exigió Basil Jaak con severidad.
—Solo si aceptas celebrar con nosotros —Krystal hizo pucheros amenazante.
Con cara seria, Basil Jaak gruñó:
—Lo diré una última vez, sal del coche o te sacaré.
—Si no aceptas, no me iré. Si te atreves a tocarme, ¡gritaré acoso! —amenazó Krystal.