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—¡Simplemente no entiendo cómo es posible que no haya sucedido nada! —se quejó Lusamine al entrar por la puerta principal de la mansión.
—¡Le dimos a ese glotón arbolito diez humanos!
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Eris la seguía detrás y sonrió amargamente.
`«Me pregunto cómo reaccionaría si le dijera cuánto más necesitaba realmente el árbol».` Tenía que admitir que cuando el qlipot le dijo cuántos más humanos necesitaba para sentirse satisfecho, ella misma se sorprendió bastante.
Tal cantidad exorbitante no era algo que se pudiera adquirir fácilmente.
—¡Uf!
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La elfa oscura fue sacada de sus pensamientos cuando de repente tropezó con la espalda de su amiga, que estaba paralizada en shock.
—¿Lusamine? ¿Qué demonios te pasa? —preguntó.
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La súcubo no respondió, en vez de eso, Eris siguió su mirada hacia la parte superior de las escaleras.
Zheng también salió de la sombra de Eris y los tres simplemente se quedaron mirando en shock.