Xue Xi se detuvo. No sabía si tenía algún valor.
Justo cuando se sentía confundida, una voz sonó. —Tómalo. Seguro que lo ha perdido otra vez.
Xiang Huai entró desde el patio trasero. Debió haberse duchado hace poco. Su cabello aún estaba un poco húmedo y él estaba empapado.
Pensando que esta persona tenía la costumbre de levantarse temprano para entrenar, a Xue Xi no le importó.
Al escuchar las palabras de Xiang Huai, San Jin dijo apresuradamente, —Cuñada, acéptalo. No vale mucho, ¡solo son unas piedras rotas!
Así que solo eran piedras.
Xue Xi sabía que algunas gemas eran muy valiosas, pero también había algunas piedras que se parecían a las gemas. Estas piedras eran rojas y verdes, y había cosas transparentes similares a piedras.
Aceptó la caja.
Justo cuando la guardaba, escuchó un sonido suave. Miró hacia abajo y se dio cuenta de que el anillo que San Jin acababa de llevar puesto se había caído al suelo.
Xue Xi señaló el suelo. —Tu anillo...