Noah había tenido éxito. Había salvado al mundo tras siglos de luchas. El cierre de las grietas había indicado que el plano podría soportar la presión interna causada por sus habitantes y retomar sus funciones normales.
«Ahora tengo tiempo», pensó Noah mientras los rugidos del líder de las Serpientes llenaban el cielo.
La presión irradiada por la Serpiente Eterna de casi rango 7 abría grietas en el cielo, pero el mundo las reparaba en cuestión de segundos. El plano ahora tenía suficiente energía extra para lidiar con esos problemas.
Noah observó al líder de las Serpientes y al mundo durante un rato antes de decidir regresar a la dimensión separada. Su enfoque finalmente podía cambiar ahora que había salvado al plano. Podía lidiar con sus problemas sin asumir riesgos innecesarios.
Su último oponente era una criatura que había dado un paso en los rangos divinos. No podía subestimarla, especialmente porque era una bestia mágica.