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—Hermana cuarta, fue aquella mujer la que me golpeó en la entrada del Templo Abandonado —Lin Huanli tocó su rostro y frotó su cuello.
Aunque su rostro volvió a la normalidad sin rastro de moretón o cicatriz morada, el dolor que sintió permanece. Usó un elixir curativo de alta calidad, y su rostro apenas se recuperó después de cuatro meses.
Recordó la sensación dolorosa de cuando Shenlian YingYue la golpeó hasta hacerla caer al suelo.
—¿Aquella mujer? Entonces, tú y yo tenemos la misma enemiga —los ojos de Lin Yeer eran maliciosos cuando miró a Shenlian YingYue.
—Hermana cuarta, ¿qué quieres decir? —Lin Huanli frunció el ceño.
—Ella me hirió —el tono de Lin Yeer era agudo.
Recordó el momento en que Shenlian YingYue usó su fuego espiritual como la vid para envolver el cuerpo de Lin Yeer y varios otros hombres que protegían a Lin Yeer.
Después de eso, lanzó a Lin Yeer con fuerza al suelo, y los cuerpos de aquellos hombres cayeron sobre Lin Yeer.