—No puedo estar en tus zapatos, señorita Maya...—él alargó su nombre mientras su mente completaba la frase, "...porque todos aquellos que me molestaron ya están a seis pies bajo tierra"—sus ojos sonriendo hacia ella.
—Así que, en otras palabras, ¿no sientes remordimiento?—preguntó de nuevo.
—No lo siento—respondió ella.
—Su señoría, eso es todo lo que tengo que decir—Spid regresó a su asiento junto a Jeslyn mientras esperaban que el tribunal llevara a cabo el juicio de Maya.
La audiencia observaba al juez que escribía en su libreta, esperando escuchar el veredicto.
Maya se compuso a sí misma aunque su corazón estaba hecho un lío mientras latía caóticamente. Si estuviera en su poder, elegiría salir libre, pero sabía que no era posible.
Un rato después, una joven salió de una habitación lateral y entregó algunos papeles al juez.
El juez revisó los papeles antes de aclarar su garganta y comenzar a dar su declaración.