—Así que casarse contigo es su mayor venganza contra mí —dijo Wei Xin con lágrimas en los ojos.
El apuesto rostro de Li Zecheng estaba cenizo. —¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Con qué no estás satisfecha de casarte conmigo? Al menos te daré dinero, contrataré una niñera para ti y te daré libertad.
Wei Xin sacudió la cabeza y dijo:
—No, no sabes lo difícil que es estar casada contigo. Soy despreciada por mi suegra y oprimida por mi suegro todos los días. Todo lo que hago está mal. Ya me he convertido en otra persona.
El rostro de Wei Xin estaba cubierto de lágrimas de arrepentimiento.
Li Zecheng tenía sentimientos encontrados. Por un lado, sentía que Wei Xin era pretenciosa y no tan independiente como su ex esposa, Qiao An. Por otro lado, comenzó a dudar de sí mismo. ¿Por qué todos parecían resentidos después de casarse con él? ¿Podría ser que realmente era tan malo?
—No llores. Ven a casa conmigo —Li Zecheng suprimió fuertemente su impaciencia.