Un ruido estrangulado escapó de mi garganta cuando se introdujo sin otra palabra de advertencia. Mis piernas temblaban más fuerte al instante, y mi espalda se arqueaba formando un delicado arco de cazador mientras su virilidad se hacía conocida en mi núcleo interno. Mi cabeza estaba presionada firmemente contra el colchón mientras mis labios se abrían en forma de 'o', escapando jadeos de placer de mi boca.
—Joder… Damon… No puedo… Es demasiado —grité cuando se sumergió hilt dentro de mí, embistiendo sin cesar. Lágrimas comenzaron a fluir por mi rostro —aunque sospecho que ya estaban ahí desde que vine la segunda vez— y dejaron rastros por mis mejillas.