(Desde la Perspectiva de Azul)
—¡Su Alteza puede levantarse ahora! —exclamó Ruby mientras me ayudaba a ponerme de pie.
—No quiero, sin embargo... —murmuré.
Zafiro estaba sobre mi cabeza, restregándose contra mi cabello. Su peluda cola seguía cayendo sobre mi nariz.
—El doctor dijo que es hora de que Su Alteza intente mover su cuerpo —dijo.
—Pero Zafiro y yo no queremos movernos. Queremos quedarnos solo en la cama —protesté.
Hasta hace unos días, me decían que descansara. ¿Y ahora me decían que me moviera cuando me acostumbré a descansar?
—Su Alteza, por favor, trate de entender... —dijo Ruby.
—Ugh, está bien —gruñí.
—Por favor, toma mi mano. ¿Debo llamar también a Perita? —preguntó.
—No, está bien —dije—. Perita era un poco ruidosa. Mi pequeña Zafiro tenía miedo de ella y cada vez que Perita venía a mi habitación, Zafiro se escondía debajo de la cama y no salía.