—Entonces, esta es la mujer que amas. No es cualquier mujer, sino la Reina de Querencia. ¿Qué demonios? ¿Quién se enamora de la Reina de otro reino mientras es el Rey de un reino rival? Conocía el nombre de la Reina de Querencia, pero cuando dijiste Azul, ¡nunca pensé que era ella! —exclamó Liliana después de que volvimos del comedor almorzando.
—¿Podrías no hacer tanto ruido? —le pedí calmadamente.
—¿Se lo has dicho alguna vez? —preguntó ella en susurros.
—No necesitas susurrar, Liliana —suspiré—. No, no lo he hecho. No lo haré. Ella está casada. Y es realmente feliz. No soy el tipo de hombre que arruinaría su matrimonio.
—¿Cómo llegaste a ser amigo de la Pareja Real de Querencia?
—Compartimos los mismos intereses y mientras trabajábamos juntos, nos hicimos cercanos —dije.
—Ella parece ser una señora agradable. También es realmente hermosa —dijo—. Puedo ver por qué la amas.