(Desde la perspectiva de Azul)
Aunque le dije que no lo hiciera, él mismo me puso el vestido. Y por supuesto, trató de hacer cosas indecentes como siempre.
—No sabía que crecerían después de que cumplieras dieciocho —murmuró mientras subía el cierre del vestido.
—¿Crecer? ¿De qué estás hablando?
—Tus pechos —dijo con despreocupación.
...
—Eran una mano, pero ahora se desbordan por mis palmas —dijo mientras hacía gestos extraños con sus manos como si estuviera tratando de probar sus palabras.
Me sentía tan avergonzada que sentí la urgente necesidad de esconder mi rostro en algún lugar. —¡Deja de decir cosas tan vergonzosas como si no fueran nada!
—Pero es la verdad —se encogió de hombros—. Aunque tus pechos crecieron en los últimos días, algo más sigue igual.
—... Por favor, deja de hablar —dije cansada.