—Bueno, sí... —murmuré—. Gracias otra vez. Él daba miedo.
—Me siento decepcionado —dijo—. Nunca imaginé que fueras tan débil.
—¿No has visto la pulsera en mi muñeca? —pregunté, mostrándole la pulsera en mi muñeca que me impedía usar mi poder.
—Sé eso. ¿Qué hay de tu fuerza física?
—… Le golpeé…
—… Molesto.
«¿Por qué siempre me insulta? ¿Me odia tanto?»
—Yo... Yo soy humano y él es un hombre lobo. No soy tan fuerte —dije.
—Yo también soy humano. Pero apuesto a que no soy tan débil —dijo.
—…
—Eres simplemente un caso perdido, ¿no es así?
—Esa persona…
—¿No lo conoces?
—No…
Él me miró como si fuera la persona más tonta que había encontrado jamás. «Él te estaba vigilando en el palacio. También te encontraste con él en ese festival».
—Espera, ¿ese… hombre bajito?
—Bingo —murmuró cansado.
—Pero...
—Bueno, ¿no es obvio? Para vigilarte y contarle a su señor sobre tus movimientos, tomó la forma de ese hombre. No me digas que no sabes que los magos oscuros pueden hacer eso?