El aire frío apuñaló los pulmones de Abigail al inhalarlo. Miraba a las pequeñas criaturas que parpadeaban frente a ella. Sorprendida, retrocedió un paso.
Parecía que las estrellas habían caído justo allí y parpadeaban... como si hubiera habido una ráfaga de fuego... como si alguien hubiera esparcido color dorado en el aire.
Corrió hacia el lugar, riendo como una niña. Giraba con los brazos extendidos a ambos lados, justo en medio de los enjambres de luciérnagas. Luego, acercó sus manos a las luciérnagas en el aire. En lugar de atrapar una, solo atrapó aire vacío.
Abigail lo intentó una y otra vez… No podía atraparlas. Al final, se mostró molesta y observó a las luciérnagas parpadeando a su alrededor.
No se dio cuenta de que Cristóbal estaba fotografiando todo con la cámara de su teléfono.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Cristóbal mientras miraba las fotos. No anticipó que ella actuaría como una niña. Había capturado un recuerdo inolvidable en su teléfono.